La mal llamada "Eutanasia nazi" (asesinato sistematico, se debería llamar) comenzó con los niños ingresados en hospitales. A la familia le decían que el niño sería trasladado a centros especiales para un mejor diagnóstico y tratamiento. Las familias que se negaban eran amenazadas. No obstante teniendo en cuenta el clima económico y social de la época y la insuficiencia de recursos asistenciales y sociales no era tampoco de extrañar que algunas familias miraran para otro lado. En cierto modo se liberaban de un problema, a veces hay que intentar comprender.
Los niños eran trasladados a esos centros especiales y allí mediante una combinación de dietas hipocalóricas, exposición al frió, y administración de inyecciones letales fallecían a los pocos días. La familia recibía un falso certificado de defunción aludiendo siempre a que la causa del fallecimiento había sido por causa natural.
Los órganos de los niños que tenían algunas enfermedades juzgadas como "interesantes" por algunos médicos eran conservados y utilizados para la investigación y sirvieron para que algunos desarrollaran unas carreras profesionales muy "brillantes".
Evidentemente ni en el caso del asesinato de los adultos ni de los niños se había contado con la voluntad de aquellas personas ni de sus representantes legales: eran los médicos como ejecutores del estado totalitario los que se irrogaban de un poder para decidir sobre la vida de los demás.
Hospital de Am Steinhoff en Viena dónde se llevaba a cabo el asesinato de los niños |
Memorial de los niños asesinados en Am Steinhoff |
Recipientes para conservar y estudiar los órganos de los niños asesinados |
Otro tema muy diferente es el de la Eutanasia y el suicidio asistido, que son ilegales en unos países y legales en otros.
No hay que confundir los supuestos anteriores (que siempre cuentan con la voluntad de la persona ejercida libremente o por sus representantes) del asesinato sistemático de discapacitados que se llevó a cabo en la Alemania y Austria nazi.
Es fácil caer en conclusiones y generalizaciones muy frívolas y llegar a analogías entre aquella tragedia y el drama al que se tienen que enfrentar a diario pacientes, enfermos, médicos y enfermeros ¿hasta donde llegar? Las respuestas nunca son fáciles, pero han de estar presididas por la humanidad y por el respeto a los deseos de las personas.
La medicina actual nos permite cosas impensables hasta hace poco. Es necesario llegar a un debate serio y sosegado sobre la muerte digna en el que las cuestiones religiosas de unos pocos y las opiniones personales de médicos, politicos y gestores no sean las únicas y que el tema se trate desde todas los puntos de vista. Decisiones tan complicadas no pueden estar únicamente en las manos de unos pocos.
El sufrimiento a que ha estado sometida una niña que se llamaba Andrea y su familia es algo que nunca más se debe volver a repetir. No hay que hacer analogías entre esta tragedia y el asesinato de los niños y adultos nacidos con discapacidades llevado a cabo durante el nazismo. No hay que frivolizar con las palabras: nazismo, y holocausto, demuestra muy poco conocimiento y muy poco respeto a tantas y tan diferentes víctimas.
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